jueves, 4 de noviembre de 2010

"Torrijos" y el Prado

Debe de ser que hace tiempo que no entro en un gran museo (el último fue el Louvre) que pienso mucho en ellos ultimamente... y eso que trabajo rodeada de arte, por fortuna para mi.

Pero falta la pintura. Si algo hay en Galicia es arte barroco, en todas sus manifestaciones arquitectónicas y escultóricas, pero no en pintura. Ni la barroca ni ninguna, no es lo que más abunda. Y sí lo que más me gusta. Es una pena.

Por eso traigo hoy uno de los cuadros más impresionantes que he visto. Y está bien cerca, en el Prado: El fusilamiento de Torrijos, de Gisbert, de 1888.

Salió a la luz (para mi) con la ampliación del Museo del Prado en el 2007. Formaba parte de una colección increíble de pintura del siglo XIX que permanecía guardada en los fondos del museo por falta de sitio para exponerlos. La pintura del siglo XIX si por algo se caracteriza, sobre todo la pintura de historia, es por el gran formato. Este tiene la friolera de seis metros por tres. Impresionante.



El caso es que reunieron las obras más significativas de esta colección del XIX, las restauraron (aissssss, se me ponen los dientes largos), y pasaron a formar parte de la colección permanente del Prado.

Y allí me las encontré yo cuando fui a Madrid a ver la ampliación.

Increiblemente hermosas, inmensas, magníficamente restauradas. En el centro de la sala principal, bajo el lucernario de Moneo, El Fusilamiento de Torrijos. Recuerdo que fue la imagen que salió detrás del Rey en todas los reportajes que se hicieron en las televisiones sobre la inauguración de las nuevas salas. Allí, impasible, sufriendo el acoso de los flashes que tanto la hacen sufrir. Pero en fin, era el Rey y eso lo justifica todo... dicen.

El cuadro presenta el momento previo al fusilamiento de José Maria de Torrijos y Uriarte, general liberal y ministro de Justicia en el Trienio Liberal (1820-23), que tuvo que exiliarse cuando recuperó el trono Fernando VII, y fue traicionado posteriormente y fusilado en una playa de Málaga junto a sus compañeros el 11 de diciembre de 1831, sin un juicio previo, acusados de traición.

Mirad las caras de los personajes, son enormemente expresivas, mientras se enfrentan a su destino. El encuadre es casi fotográfico, muy realista. La técnica sencillamente academicista, perfecta. Una maravilla. Y verlo en "vivo" es increíble. Parece que estás en esa misma playa presenciando el fusilamiento.



Es un canto a la libertad, a la lucha contra el autoritarismo. Pero sobre todo es un canto a la lucha por los ideales, eso que hoy en día está tan escaso.
Una joya!

Volveré a verlo cuando vaya a Madrid. A Torrijos y a la Infanta Margarita, que no me falla.

Y no creo que tarde, porque hay una exposición de Renoir hasta el 6 de enero que me tira...

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