jueves, 7 de julio de 2011

El mistero de la sala de espera II

El mundo es un lugar de contrastes. Ver para creer!

Si las lecturas de las salas de espera se merecieron un post aparte , el asunto televisivo no se queda atrás.

Vuelvo a frecuentar salas de espera de médicos y fisioterapeutas, a cada cual más pintoresca, por mis cuestiones lumbares. Y no dejo de sorprenderme.

Porque la pregunta es: ¿paga Telecinco algun plus a consultas médicas y bares para situarse permanentemente en pantalla?;
¿Cobran comisión por sintonizarla?;
¿Los aparatos de televisión vienen ya con esa cadena presintonizada en el número 1, para encenderse siempre con ella, como pasaba con las teles antiguas...?

No, creo que es algo mucho peor...:

¡¡¡¡LA GENTE VE TELECINCO!!!!

La siguiente historia está basada en hechos reales...

Llego por la mañana a la clínica de rehabilitación, y cómo no, tengo que esperar. Me han citado a las 10,30 pero realmente no sé para qué porque el cuarto de hora de rigor simpre lo tengo que esperar. ¿Dónde? en una sala de espera medio llena donde la tele me da los buenos días en un volumen no precisamente discreto. Y por supuesto en "telecirco", como la he oido llamar últimamente.
Todo el mundo lee una revista. Yo lo intento, tres minutos y medio, pero el ruido del gallinero no me deja concentrarme: se gritan, discuten acaloradamente, afirman categóricamente... no por las cifras del paro, no, ni por la capa de Ozono... qué va! ¡Porque la familia real no ha ido a la boda de Mónaco!

Miro para la tele y suspiro, esperando que alguien se apiade de mi y la apague. Pero nadie lo hace, siguen leyendo, aun no sé cómo. Empiezo a pensar que hacen que leen y en realidad disimulan y escuchan el discurso de Ana Rosa encantados.

Y vuelvo a alucinar con la frivolidad que nos envuelve. Y vuelvo a suspirar.
Y por fin me llaman y huyo.

Al dia siguiente igual. Pero hoy sólo leo yo, los demás miran la tele embobados, y en cierto momento una mujer dice algo así como "¿se le puede subir el volumen que no oigo nada?". Así que cierro el libro y me resigno.

Me acuerdo entonces de "La invasión de los ultracuerpos", aquella peli de los alienígenas que no mostraban sus emociones, con lo que si te veían reaccionar sabían que seguías siendo humano e iban a por ti. Me siento un humano entre alienígenas y por un momento ni respiro... por si me saltan a la yugular. Quizá me duerma esta noche y mañana sea capaz de ver encantada la sesión mañanera de frivolidad!




Cuando llego a casa y paro a tomar un café en la cafetería de abajo... las dos televisiones de plasma de taitantas pulgadas... ¡están en "telecirco"! No puede ser, esto es una confabulación judeo-masónica contra mi... El barullo del bar se confunde con el de la tele...pero no hay bastante ruido en el mundo?

Mañana me espera una nueva sorpresa en la sala de espera. Oye, podría ser perfectamente el título de una canción de los ochenta, no? "Horror en el hipermercado, terror en el ultramarinos... sorpresa en la sala de espera..."

Quizás me aventure a sugerir cambiar de cadena o bajar el volumen... aunque solo sea por tocar los h*****.

2 comentarios:

  1. Muy bueno, sí señor! Pero no te cortes! Pide bajar el volumen. Yo ya lo hago siempre y casi nunca dicen que no. Están alienaos hasta para eso.

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  2. Yo dejé de ver la tele hace taaaanto, que todo el circo que hay montado ahora me pilla muy lejos. Eso sí, yo siempre pienso que por muy asquerosos que sean los programas que ahí, existen porque la gente los ve... Un beso! Y a ver si se acaban prontito esas visitas médicas ;)

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